Comprar conductas, entregar plata a cambio de sumisión, dividir instituciones, poner gente amiga en las comisiones para dominarlas y acentuar la grieta ubicando como enemigo al que no acepta este juego nefasto para la ciudad, son las acciones que el radicalismo desarrolla para quedarse con todo.
Por Rubén Cofini. ¿Es posible que el futuro de la ciudad pase por volver a la vieja política, la de las trampas, el amigo – enemigo, los tome y daca y las mezquindades sin límite? Un esquema perimido que repite gastadas fórmulas de seducción parece que busca regresar al poder en Esperanza y de la peor manera, mostrando todo su arsenal de bajezas que por suerte en buena medida ha sido superado por la historia.
Lo peores vicios de la dirigencia local buscan renacer de sus cenizas. El radicalismo y dentro del mismo el sector conocido como fascendinismo regresó y tal vez en su peor versión. Una mezcla de históricos dirigentes y algunos de una generación intermedia forman un tropel enceguecido que al parecer va por todo y con todo, poniendo en práctica un modo de hacer política que durante tantos años dominó la escena esperancina y al cual las urnas le dieron la espalda en los últimos 10 años.
Por estos meses se puede ver a los principales referentes del mencionado grupo hacer gala de sus mejores trucos para “encantar” a los distraídos. Como si se tratara de un viaje en el tiempo se los encuentra dando el presente en todos los actos públicos o entregando subsidios a diestra y siniestra, como así también ayudas económicas a la mayoría de las instituciones de la ciudad y la región, y por supuesto aparecen en cuanta foto anda dando vueltas y declaran que son políticos que escuchan al pueblo y basan su accionar en el diálogo y el respeto a los que piensan distinto… Más de lo mismo, las falacias de siempre, porque detrás de los nobles corderitos están los depredadores de toda la vida, los que desde hace décadas actúan de la misma manera.
Divide y ¿reinarás?
De ahora en más, conociendo sus métodos, avanzarán en el debilitamiento de las estructuras de las instituciones, dividiendo comisiones e infiltrando seguidores ¿Le suena?
Aunque lo nieguen, el Centro Industria, Comercio y Afincados de Esperanza ya sufrió los embates del renacer del radicalismo local. La pasada elección de las nuevas autoridades fue un pequeño muestrario de lo que son capaces de concretar. Se apropiaron de una lista o para hablar con propiedad la impulsaron desde las sombras poniendo un candidato propio. Consiguieron crear una fuerte división en una entidad que siempre les fue adversa.
La perlita de la jugada pasó por la conformación de una Cámara de Comercio paralela. Si bien en este caso hay mucha gente que se sumó por legítimos intereses institucionales, se sabe que la movida nació de la mano de dos o tres “vivos” que mantuvieron contacto permanente con los popes de la UCR. Todo dicho.
Es un golpe generado desde la sombras del poder, no hay dudas. Ni en sus mejores años, cuando administraban la Municipalidad, pudieron quebrar al Cicae, que siempre le presentó batalla al fascendinismo, aún en las décadas duras del 80 y 90, cuando el sector ejercía un poder pleno en casi todos los ámbitos institucionales de Esperanza.
Puede decirse que han regresado y con ganas de revancha. Si bien los tiempos cambiaron continúan con la estrategia de repartir dinero -siempre ajeno, por supuesto- a quienes se les cruzan con el afán de lograr que todos obedezcan por necesidad.
Por otra parte, y como vimos en el caso del Centro Comercial, sigue vigente la máxima que indica “divide y reinarás” que siempre pusieron en práctica con resultados más que interesantes hasta que el agua se los llevó allá por el 2007 junto a los maquillajes a los que nos tenían acostumbrados.
La sola idea de tener instituciones fuertes los pone de mal humor. Dejar que las mismas crezcan para trabajar de igual a igual con sus dirigentes les parece una broma siniestra. Su plan pasa por otro lado y es muy simple: mantener entidades intermedias débiles y un Estado todopoderoso que reparta según las conveniencias del caso.
Este proyecto les dio resultado, entre otros puntos porque gracias a esa estrategia desgastante durante largo tiempo existieron pocas instituciones sólidas, ya que la mayoría dependía de la ayuda del Estado o bien habían sido infiltradas por seguidores incondicionales, incluso a veces por los mismos funcionarios o dirigentes partidarios.
De esa manera siempre iban a necesitar la mano del municipio para llevar adelante cualquier iniciativa, así sea un té benéfico o un baile, hasta cuestiones de fondo, por lo tanto a la corta o a la larga caían a pedir colaboración para subsistir o conseguir el “sonido” de la fiesta.
Sabemos que estás líneas de opinión no son del gusto de la mesa chica partidaria, pero es una mirada de la realidad que subyace detrás de la vuelta del “vale todo”. Lo van a tomar mal, como siempre, ya que otra de sus marcas de origen es no aceptar las críticas y mucho menos las discusiones que conlleven desacuerdos o traigan opiniones diferentes.
Cooptar dirigentes, infiltrar seguidores en los clubes o comisiones y comprar propagandistas en los medios con dinero del pueblo es parte de una estrategia para recuperar la Intendencia y si pueden la senaduría departamental.
El camino es arduo, no son los inocentes años 80 donde todo era nuevo, pero saben cómo actuar y de qué forma trabajar, y sobre todas las cosas están dispuestos a pagar cualquier precio para lograrlo, no son gente de muchos escrúpulos, lo sabemos.
Se llevarán por delante todo lo que se les cruce en el medio. Quienes alaben sus conductas serán respetados, quienes no estén de acuerdo pasarán a ser un enemigo más.
En realidad lo que describimos no es otra cosa que la contracara de los nuevos aires políticos, donde dirigentes como Mauricio Macri, funcionarios del PJ local y departamental y el propio gobernador Miguel Lifschitz privilegian el diálogo y la igualdad de condiciones con el objetivo de ayudar a la gente y no a un grupo que pretende mantener activo su “kiosquito”.
Los tiempos cambiaron, ellos no, son los mismos de siempre y cuentan con las cartas de toda la vida. ¿Regresaremos como ciudad a esa vieja política de leales y traidores, donde sólo el Estado tiene razón y mantiene el poder absoluto? Quienes votamos tendremos la última palabra, allí sabremos si el divide y reinarás sirvió o, de lo contrario, el tiro le sale otra vez por la culata.