La mujer que fue víctima de robo, abuso sexual y golpes por parte del hombre imputado por el femicidio de Gabriela Degiorgio, expresó su bronca e impotencia al conocer la noticia que enlutó a toda la comunidad esperancina. Compartimos sus palabras.
«Nunca me imaginé que el asesino de la mujer de Esperanza era el mismo que me atacó. Sentí bronca, impotencia y mucho dolor por la pérdida de esa mujer y además de que sea uno de sus hijos quien la encontró muerta».
María Esther confirmó que ella sabía que este año su atacante recuperaría la libertad y tiene una opinión formada respecto del funcionamiento de la justicia y del estado en cuestiones tan delicadas como ésta: frente a un delincuente con una clara patología mental. «La justicia no actúa, las leyes no se cumplen. A él le hicieron pericias y comprobaron que no tiene frenos inhibitorios, que es un antisocial, un psicópata, todo eso está en el informe que tengo guardado”. La entrevistada cuestiona cómo habiendo comprobado que Romero tiene las facultades mentales alteradas no se le hizo un seguimiento posterior a la recuperación de su libertad.
A modo de retrospectiva, María Esther recordó aquel nefasto 13 de julio del 2013 cuando fue abordada por Romero: el día en que su vida cambió para siempre. La entrevistada contó en detalle cómo fue el ingreso del atacante (El Tío Romero) a la panadería de Saavedra y Monseñor Zaspe. En primera instancia y bajo engaño llamó su atención comentándole que venía de Rafaela, que su madre había muerto cuando él tenía seis años y que necesitaba trabajar porque había sido papá; motivo por el cual se radicó en Santa Fe. María Esther conmovida por el relato le prometió hablar con los dueños de la panadería para procurar conseguirle trabajo… pero algo raro notó en el rostro del desconocido; estaba tenso y no la miraba a la cara.
«Entró a pedir trabajo y dejó sus datos que eran reales. Me charlaba y miraba siempre para afuera. En un momento me asusté, me saltó arriba y pasó por el mostrador. Me agarró del pelo y del cuello, me manoseaba yo ponía resistencia. me decía callate no grites. Yo no te quiero matar pero estoy enfermo. No paraba de golpearme hasta que se escuchó que entró un cliente. En ese momento me ató de manos y pies sacó el dinero de la caja y le dijo al cliente “ ya te va a atender la chica” y corrió.
María Esther está convencida de que vive gracias a ese cliente que entró a la panadería cuando Romero estaba a punto de violarla. Fue el delincuente quien al escuchar que alguien había entrado cesó de golpearla, atendió al cliente y se fue. Romero fue detenido en una plaza de Rafaela, lo encontraron porque el dejó sus verdaderos datos filiatorios a María Esther argumentando que buscaba trabajo y el número de teléfono efectivamente pertenecía a la casa de la madre de Romero quien vive en Rafaela.
«El había cambiado su fisonomía, no se entregó en 2013, lo encontraron. Se fugó en remís después de atacarme y lo encontraron fumando un porro en la plaza de Rafaela. Les dijo a los policías ¿Me van a llevar a una granja? Aclaró que había consumido estupefacientes y que no se acordaba de nada,» contó María Esther.
Conclusiones de un final nefasto
“Romero es un psicópata serial, él quería violarme y matarme, le da placer el sufrimiento”. Claramente su intención no era robar. Quedé traumada porque esa vez se llevó mi DNI».
La madre de Gabriela contactó a María Esther por redes sociales
«Con la mama de Gabriela queremos condena perpetua. Ella se comunicó conmigo, me encontró por las redes sociales y me dijo «Vos te salvaste y Gabriela no, Dios mío. La madre de Gabriela me dijo que espera que su hija haya estado inconsciente al momento en que Romero la abusó.»
Por último, María Esther habló de las secuelas psicológicas que le dejó aquel episodio y que definitivamente cambiaron su vida por siempre. «Nunca más pude recuperarme. Yo era una persona alegre, no tenía miedos. Estuve dos años en tratamiento, no podía bañarme sola dentro del baño. Tuve medicación antipánico y estuve dos años internada por depresión. Me despidieron de la panadería porque cerró la sucursal. Yo en ese momento no pude volver a trabajar porque me encontraba bajo tratamiento. Salí adelante por mi hijo.»
Fuente: Aire de Santa Fe