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Supervisor del JK Kilgelmann detenido por planear un autorobo cuando volvía de Esperanza

El supervisor general de la cadena JK Kilgelmann Supermercados quedó en prisión preventiva este martes, luego de que le atribuyeran haber orquestado un auto-robo para quedarse con la recaudación de los locales de Esperanza y San Carlos Centro. Otros dos hombres, los autores materiales, permanecen tras las rejas desde finales del mes pasado.

Se trata de Gabriel Eduardo Menegazzo (39), a quien la fiscal María Laura Urquiza imputó como coautor de «robo calificado por el empleo de arma de fuego, y por haber sido cometido en poblado y en banda». Este martes, junto a la recientemente nombrada fiscal Luciana Escobar Cello, la funcionaria de la Unidad de Delitos Complejos del MPA solicitó la cautelar de máxima Menegazzo, la cual fue ordenada por el juez Gustavo Urdiales.

Si bien la defensa, a cargo del abogado particular Néstor Pereyra, propuso la libertad bajo medidas alternativas, el magistrado las consideró insuficientes para mitigar el riesgo de entorpecimiento probatorio. El imputado declaró, desconociendo la atribución delictiva y señalando: «Tengo un buen sueldo, no tengo necesidad de nada».

Robo y choque

El hecho ocurrió el sábado 26 de noviembre pasado, cuando Menegazzo conducía una camioneta de la empresa -sin plotear- por Santa Fe. En el asiento del acompañante llevaba a la hija del dueño de la cadena de supermercados, con quien esa mañana había viajado a San Carlos Centro y Esperanza para recoger la recaudación de los comercios allí instalados.

Alrededor de las 13.30 fueron interceptados por dos hombres a bordo de un Volkswagen Gol Trend negro (Jonatan Manuel Oviedo y Juan Ignacio Figueroa, actualmente presos), que los sobrepasó a toda velocidad y se cruzó en la calle, obligándolos a frenar sobre Vélez Sarsfield, entre José María Zuviría y Derqui.

Oviedo descendió desde el asiento del acompañante y, armado, increpó a la mujer al grito de «¡Dame la plata, dame la plata!». Le quitó su cartera -con documentación, alrededor de $10.000 y su celular iPhone 11- disparó hacia los pies de ella y luego se abalanzó para poder golpear con la culata del arma a Menegazzo, provocándole un corte en la cabeza. Mientras esto sucedía, Figueroa le quitó la billetera al supervisor general.

El robo duró apenas algunos segundos. Con la misma rapidez con la que abordaron a la víctima, los ladrones volvieron a subirse al auto y se dieron a la fuga. Pero solo lograron recorrer seis cuadras, ya que chocaron con otro vehículo. Figueroa salió corriendo, descartando los objetos robados y el arma, mientras que Oviedo quedó atascado. Cuando logró salir del auto, fueron los vecinos quienes lo retuvieron.

«Amigos»

El robo no fue denunciado, pero debido al accidente de tránsito, a que un policía fue testigo ocular del atraco y a que se detuvo en el momento a Oviedo y Figueroa, se inició la investigación. Oviedo, ya aprehendido, le dijo a la policía que se trataba de un «error», que era amigo de Menegazzo y podía probarlo a través de chats y fotos que se habrían tomado compartiendo un asado la noche anterior.

Cuando se peritó su celular, se encontraron mensajes de los días anteriores, así como conversaciones y múltiples llamadas intercambiadas con el supervisor general de JK Kilgelmann Supermercados en los momentos previos y posteriores al hecho. Menegazzo le dijo a la víctima que hacer la denuncia «no serviría», e incluso llegó a decirle que la policía había detenido a unos amigos suyos por error, gente a la que conocía por el fútbol, y que necesitaba que aclaren las cosas. Esto, para la fiscalía, fue un intento de ayudar a los coimputados y procurar su impunidad.

Cuando la fiscalía fue informada del vínculo entre Oviedo y Menegazzo, se lo consultó, pero este dijo que lo había visto por última vez hacía 10 años. Si bien reconoció que desde hacía un mes Oviedo le enviaba mensajes, dijo que no le había respondido, ni lo había visto, porque «no tengo relación con esa clase de personas». En la rueda de reconocimiento, no identificó a ninguno de los ladrones.

Sin embargo, en los chats expuestos por la fiscalía durante la audiencia, se trataban de «amigo» y organizaban comer un asado. Minutos antes del robo, Oviedo llamó a Menegazzo.

El botín

Ni la víctima ni Menegazzo -antes de pasar a ser sospechoso- mencionaron que transportaban algún tipo de recaudación. Luego, ella declaró que desde la empresa le comentaron que Menegazzo había buscado el dinero en los locales de San Carlos Centro y Esperanza por los que pasaron esa mañana (firmando un documento tras recibir la plata). En total, transportaron hasta Santa Fe más de $ 1.700.000 .

Para la fiscalía, ese era el botín que fueron a buscar los ladrones, apoyándose en la información privilegiada que el supervisor general les había aportado. Pero antes de que los interceptaran Menegazzo depositó el dinero, por lo que aún no se comprende por qué siguió con el plan si ya no contaba con el botín.

Con las evidencias aportadas, el juez Urdiales acreditó la probable autoría, la calificación legal escogida y la existencia del peligro de entorpecimiento probatorio debido al amplio conocimiento que el imputado tiene tanto de la empresa como de los dueños y sus movimientos. Por esto, decidió ordenar la prisión preventiva.

Inverosímil

«No tengo amigos así, no tengo amigos delincuentes, jamás compartiría la mesa con esa clase de gente», declaró Menegazzo ante el juez. Dijo que las conversaciones no existieron, que jamás se juntó a comer un asado con Oviedo y Figueroa y que no denunciaron el robo por recomendación del abogado de la empresa.

«Tengo un buen sueldo, no tengo necesidad de nada» y además, «ya había dejado el dinero. A mí la empresa me dio todo y yo siempre la voy a defender», señaló. En esa línea, el abogado Pereyra indicó que la teoría fiscal carece de verosimilitud: «Si existía un plan, ¿cómo se explica que haya una desinteligencia tan grande que al momento de ser abordado ya no tenía consigo el dinero?»

«Mi defendido tiene una trayectoria de casi 20 años en la empresa, es un hombre de confianza», aseguró Pereyra. Por esto solicitó la libertad con alternativas, ofreciendo incluso una caución de $ 500.000, la cual fue rechazada por el juez.

Por Ornela Pazzi para El Litoral