El papa Francisco canonizó a Mama Antula, la primera santa argentina. La ratificación del anuncio ocurrió luego de que el santo padre leyera la fórmula de canonización en una ceremonia especial celebrada en la Basílica de San Pedro. La lectura ocurrió a las 9:46 en la ciudad del Vaticano y cuatro horas antes, a las 5:46 de la madrugada en Argentina, cuando el Sumo Pontífice leyó: “En honor de la santa e individua trinidad para la exaltación de la fe católica y el incremento de la vida cristiana, con la autoridad de nuestro señor Jesucristo, de los santos apóstoles Pedro y Pablo y después de haber reflexionado largamente, invocado muchas veces la ayuda divina y escuchado el parecer de numerosos hermanos en el episcopado, declaramos y definimos santa a la beata María Antonia de San José de Paz y Figueroa, y la inscribimos en el catálogo de los santos estableciendo que en toda la iglesia sea honrada devotamente entre los santos. En el nombre del padre, del hijo y del espíritu santo, amén”.
La ceremonia comenzó con cantos litúrgicos por parte del coro, mientras el retrato oficial de Mama Antula permanece colgado frente al altar central de la Basílica. La imagen utilizada en la misa de canonización es una representación de la copia del cuadro pintado por José de Salas, quien nació en Madrid en 1735 y murió en Buenos Aires en 1809. La obra fue hecha luego de la muerte de la santa en marzo de 1799, ya que la laica jesuita jamás permitió, en vida, que la retrataran. Luego, el cardenal italiano Marcello Semeraro, encargado del Dicasterio para las Causas de los Santos, presentó la biografía vaticana oficial de la nueva santa junto a Silvia Correale, quien postuló a Mama Antula. “Resulta ser la primera causa de canonización promovida en Argentina, donde nació, vivió y trabajó y donde aún se conservan sus restos mortales en la Iglesia de Nuestra Señora de la Piedad de Buenos Aires -expuso el cardenal-. Se la llama popularmente Mama Antula. Nacida en la provincia de Santiago del Estero en 1730, a los quince años ingresó en el beaterio de niñas y mujeres que asistían a los padres jesuitas en el apostolado de los ejercicios espirituales y en otras obras de caridad, entre las que se distinguió especialmente en ayudar y dar limosna a los más pobres. Tras la supresión de la compañía de Jesús, se sintió inspirada para seguir promoviendo la espiritualidad ignaciana, especialmente la práctica de los ejercicios espirituales. Como laica consagrada, Mama Antula hizo de esto el corazón de su vocación y de su misión”.
“Emprendió varios viajes misioneros a pie y en la más absoluta pobreza, y allí donde llegaba reunía a la gente para momentos de meditación y oración. En 1779 llegó a Buenos Aires. Su fe en dios y la abundancia de buenos frutos de su obra convencieron a las autoridades y al obispo de la ciudad para que apoyaran su apostolado. En esos años, decenas de miles de porteños, bonaerense, laicos y clérigos, pobres y personalidades destacadas experimentaron los ejercicios espirituales organizados por Mama Antula, obteniendo de ellos abundantes beneficios. En 1785 solicitó y obtuvo de la Santa Sede indulgencias especiales para quienes participan en los ejercicios espirituales promovidos por ella. También abrió en Buenos Aires un beaterio para niños, niñas y mujeres que compartían su actividad y los ideales espirituales de San Ignacio. Durante dos años se trasladó a Uruguay para promover cursos de ejercicios en Colonia del Sacramento y en Montevideo. Antes de morir cumplió su deseo de erigir una casa de ejercicios espirutales en Buenos Aires en la que siguió acogiendo a personas de toda clase y condición hasta el final. Murió el 7 de marzo de 1799. La fama de santidad de la que gozó en vida y en el momento de su muerte perduró incluso después y se enriqueció cada vez más con una auténtica fama de signos. La gente siempre ha recordado su vida de virtudes poco comunes: su extraordinario testimonio de fe y caridad, su fortaleza evangélica y el ejercicio heroico de todas las virtudes. Iniciada a principios del siglo XX y completado todo el ciclo canónica, María Antonia de San José fue proclamada beata en Santiago del Estero el 27 de agosto de 2016. El 24 de octubre pasado, su Santidad autorizó al Dicasterio para las Causas de los Santos a promulgar el decreto relativo a un segundo milagro, atribuido a la intercesión de la beata. Finalmente, tras la consulta escrita al cardenalicio, su Santidad fijó esta fecha para la canonización de hoy”, concluyó Semeraro.
La ceremonia se extendió durante una hora y media. Entre los concelebrantes hubo varios obispos y cardenales argentinos que viajaron a Roma, como el arzobispo de Buenos Aires, José Ignacio García Cuerva, el arzobispo de Santiago del Estero -provincia natal de la santa- Vicente Bokalic, el obispo de Quilmes y titular de Cáritas, Carlos Tissera, y el arzobispo de Córdoba, Ángel Rossi, entre otros. También estuvo entre los presentes, Claudio Perusini, el segundo de los milagrados por la santa.
Para llegar a la canonización, la Iglesia Católica comprobó dos milagros realizados por intercesión de María Antonia de San José de Paz y Figueroa. El primero de ellos se produjo en 1904, cuando una de las hermanas Hijas del Divino Salvador, Rosa Vanina, fue curada de una colecistitis aguda con shock séptico -enfermedad potencialmente mortal aún hoy- sin que la ciencia pudiera explicarlo cuando las beatas rezaron por su restablecimiento con reliquias de la santa.
El 2 de julio de 2010 el Dicasterio de las Causas de los Santos, a través de la autorización del papa Benedicto XVI, reconoció “las virtudes cristianas en grado heroico” de María Antonia de Paz y Figueroa, paso necesario para la beatificación. Y el 4 de marzo de 2016, el Papa Francisco hizo lo propio para reconocer el milagro de la sanación de Vanina Rosa por intercesión de Mama Antula y declararla Beata.
El segundo de los milagros se trató de la curación de Claudio Perusini, un santafesino que había sido alumno de Jorge Bergoglio y en 2017 sufrió un accidente cerebrovascular que lo dejó en estado vegetativo. Los estudios señalaron que le produjo un ictus isquémico con infarto hemorrágico, coma profundo y shock séptico con fallo multiorgánico. Una tomografía indicó, además, un infarto extenso del tronco encefálico.
Para los médicos, no había cura posible: o quedaba así por meses, e incluso años, o moría en el corto plazo. Hasta que un amigo suyo, jesuita, llevó una estampita de Mama Antula al hospital Cullen, donde se encontraba, y le rezó pidiendo un milagro. Y se produjo: el cuadro de Perusini se revirtió totalmente.
El 24 de octubre de 2024, el Dicasterio de las Causas de los Santos, con la autorización del Sumo Pontífice, decretó: “Durante la audiencia concedida el martes por la tarde a su eminencia reverendísima el Sr. Cardenal Marcello Semeraro, prefecto del dicasterio de las causas de los santos, el Sumo Pontífice ha autorizado al mismo dicasterio a promulgar el decreto relativo al milagro atribuido a la intercesión de la beata María Antonia de San José (Antonia de Paz y Figueroa), conocida como Mama Antula, fundadora de la Casa de Ejercicios Espirituales de Buenos Aires; nacida en 1730 en Silipica, en Santiago del Estero, fallecida el 7 de marzo de 1799 en Buenos Aires”.
Hoy, la laica jesuita que recorrió 4.000 kilómetros descalza en el siglo XVIII para llevar las enseñanzas de San Ignacio de Loyola, el fundador de la Compañía de Jesús -aún cuando la orden había sido prohibida por el rey Carlos III de España- tendrá su merecida recompensa. Y será la primera mujer argentina en ser declarada Santa.