Lo mataron con mucha saña, violencia y crueldad. No quisieron que quede vivo y que pueda decir sus últimas palabras sobre quién pudo ser su asesino. Así fue el crimen de Pablo Cejas, quien en la noche del lunes en Neuquén al 6400 de barrio Yapeyú fue acribillado con una lluvia de balas.
El Cuerpo Médico Forense efectuó la autopsia al cadáver del suboficial y arrojó resultados a los cuales UNO Santa Fe tuvo acceso. Según el estudio, el cuerpo tenía 21 heridas provocadas por arma de fuego. La mayoría ubicadas en la zona del tórax y en el cráneo.
A su vez se extrajeron dos proyectiles que estaban incrustados en el cuerpo, los cuales son de un grueso calibre. En este sentido, se sospecha que podrían ser de un arma calibre 9 milímetros, aunque deberá ser tarea de los peritos del área de Balística de la Policía Científica de la Unidad Regional I.
La autopsia además permitió establecer que las heridas registradas en el cuerpo del suboficial fueron desde una pronunciada distancia, situación que permite analizar, por el momento, que Cejas fue atacado a tan solo unos metros de donde fue hallado sin vida.
Con esos datos del equipo forense se puede establecer, a través de la autopsia psicológica, que la muerte del agente -que prestaba servicios en Departamento de Operaciones (D-3) de la UR I- se dio en manos de alguien o algunos que lo buscaron matar con total odio, desprecio, resentimiento y bronca.
Es por ello que los interrogantes se ponen de manifiesto en torno a si los matadores lo conocían de antes. ¿Tuvieron algún tipo de vínculo?, es la pregunta clave que permite hacerse tras el resultado de esta autopsia.
Fuente: UNO Santa Fe.