Padre Marcelo Blanche: nuevos desafíos y sentidas palabras para los fieles 

En cada comunidad religiosa por la que pasó dejó una importante huella en los fieles, por eso es un sacerdote muy querido en distintos lugares. Ahora encara nuevos desafíos en la formación de los futuros curas y envió a Esperancino.com.ar una nota en la cual repasa su tarea pastoral y comparte sus sentimientos forjados a lo largo de casi 25 años de vida consagrada.

Textual 

“HABÍA ALLÍ SEIS TINAJAS…” (JN 2,6) - FUERON SEIS LUGARES (5/12/1997 - 3/3/2022)

Carta abierta a las seis comunidades parroquiales y sus capillas en las cuales compartí el ministerio sacerdotal.

Queridos amigos: Siempre que aparece la Virgen María en algún relato del evangelio nos ayuda a descubrir algo nuevo de Dios y, recurriendo a algún gesto, alguna palabra o simplemente con su silencio fecundo, permite que sus hijos avancemos en el camino del seguimiento de Jesús, ya que fue la que mejor entendió las palabras de Jesús cuando él se reveló como Camino, Verdad y Vida “siendo María el atajo de ese CAMINO, una luz de esa VERDAD y un latido de esa VIDA” (Mons. Zazpe).

Comenzando a recorrer en este fin de semana una nueva transición para cambiar de lugar de tarea pastoral, como me tocó hacerlo junto a ustedes en otros momentos, donde la memoria nos invitaba a ser agradecidos por todo lo que Dios nos fue regalando en las distintas actividades que fuimos realizando y lo que nos fue enseñando cuando las cosas no salieron de acuerdo a lo pensado o los problemas y dificultades aparecieron sin buscarlos, hoy nuevamente, junto a la comunidad de la parroquia Virgen de los Pobres y Beato Ceferino Namuncurá, comienzo a enriquecer mi memoria con tantas actividades que en estos 3 años pudimos hacer, aún con la pandemia que impidió otras.

Esta transición tiene algo distinto a las anteriores porque no me cambian de parroquia, sino que voy al lugar en el que durante 8 años me fui formando, haciendo el discernimiento vocacional, para llegar a ser sacerdote. Como hace 32 años, en estos meses de enero y febrero comienzo a pensar en mi nuevo hogar pero desde otro lugar, desde el lugar de formador con la tarea de ayudar a que los jóvenes que allí se están formando puedan, dentro de unos años, llegar a las distintas comunidades parroquiales de la diócesis como sacerdotes, discípulos misioneros, que ayuden a que el evangelio de Jesús llegue a todos, con el estilo de vida que Jesús dejó: cercanía a todos, misericordiosos con los más alejados, comprensivos con los que se equivocan, austeros en su vida y fieles en el ministerio.

Al reflexionar el evangelio que la Iglesia nos invita a leer en este domingo y, haciendo una comparación con los lugares donde realicé mi ministerio sacerdotal en estos 24 años, encuentro una coincidencia, providencial diría yo: la presencia de María a la que desde el día de mi ordenación sacerdotal le consagré mi ministerio y las 6 tinajas de agua que se parecen a los 6 destinos que tuve en estos años.

Meditando este evangelio me puse en el lugar de los servidores que, escuchando el consejo de María, hicieron lo que Jesús les pedía llenando de agua las tinajas (Jn 2,5-8) y traté de recordar qué agua fui ofreciendo en los seis lugares de trabajo pastoral y cómo, de la manera que Jesús sabe hacerlo, esa “agua” se fue convirtiendo en “vino” que me permitió saborear la presencia de un Dios providente y misericordioso en cada comunidad que estuve.

Por eso quiero ser agradecido con ustedes, mis amigos de las distintas comunidades parroquiales, porque ustedes me ayudaron a crecer como sacerdote. Yo solo ofrecí agua, que era lo único que podía darles y ustedes, junto a la cariñosa presencia de Dios, lo fueron convirtiendo en vino, vino que ahora llevaré al seminario, compartiendo con estos jóvenes, futuros sacerdotes, lo que aprendí junto a ustedes.

Por eso ahora, a modo de memoria agradecida, con la mirada puesta en este nuevo horizonte pastoral, les voy compartiendo el agua que llevé a cada comunidad y en qué vino se fue transformando gracias a la cercanía de ustedes y la presencia de Jesús.

ESPERANZA, junto a sus capillas San José Obrero, San Lorenzo Mártir (Grütly Norte), San Juan Bautista (Grütly Sur) y Santa Teresa de Jesús (Empalme San Carlos) 5/12/1997 - 5/12/2001: con algunas semanas de ordenado llegué a Esperanza con el agua del ENTUSIASMO Y LOS SUEÑOS PASTORALES, tratando de llevar adelante lo aprendido en el seminario.

Poco a poco me ayudaron a que el entusiasmo se vaya transformando en el vino de la ALEGRÍA que permite profundizar cada momento vivido sin dejarme llevar por la felicidad de lo que sale bien como tampoco por la tristeza de lo que fracasó. La alegría pone equilibrio a esos sentimientos permitiendo que los sueños se conviertan en el vino de la TRASCENDENCIA, sabiendo que los planes de Dios tienen otros tiempos y situaciones, pero que necesitan de nuestra entrega fiel de cada día.

GALVEZ, junto a sus capillas San Cayetano, Ntra. Sra. De Guadalupe, Ntra. Sra. De Luján, San Eugenio y la parroquia Virgen Niña (Estación Irigoyen) 5/12/2001 - 21/12/2002: todo cambio, y más cuando es el primero, cuesta un poco más. Dejar el trabajo de 4 años para comenzar en otro lugar, pero sabiendo que el evangelio también en Gálvez tenía que ser proclamado.

Llegué a esta nueva comunidad con el agua de la INCERTIDUMBRE y la RESPONSABILIDAD porque estaba al frente de la comunidad parroquial Virgen Niña. Poco a poco fui conociendo las nuevas comunidades y el agua de la incertidumbre se transformando en el vino del DESPRENDIMIENTO que me permitía saborear lo novedad de esta comunidad donde nuevos grupos esperaban mi presencia, mi palabra, los sacramentos.

Al agua de la responsabilidad me ayudaron a transformarla en el vino del SERVICIO, estando atento a las nuevas situaciones que se presentaban, donde la actitud servicial muestra la cercanía de un Dios que acompaña y cuida.

SANTA FE, SAN ANTONIO DE PADUA: junto a sus capillas Ntra. Sra. De Itatí, San Jerónimo, Ntra. Sra de la Costa, San José obrero y la escuela parroquial: 21/12/2002 - 20/02/2009.

Con la sorpresa propia con la cual Dios va apareciendo en nuestra vida, al poco tiempo de estar en Gálvez llega un nuevo traslado, esta vez a Santa Fe, a la parroquia San Antonio de Padua. Llegué con el agua de los TEMORES al tener que asumir como párroco pero también con el agua de la ENTREGA porque solo así se encuentran las huellas de Jesús. A los pocos meses llegó la gran inundación de Santa Fe y el agua de los temores comenzaron a transformarse en el vino de las OPORTUNIDADES que día a día se presentaban ante el drama que muchas familias estaban padeciendo y, el agua de la entrega, se transformó en el vino de la FORTALEZA que me permitió soportar situaciones complicadas, descubriendo en todo, la presencia de un Dios providente que nunca abandona y tiene la capacidad de acompañar en los momentos más delicados.

ELISA, junto a las capillas San Bernardo (La Pelada), San Jacinto (Jacinto Arauz), Santa Lucía (Eucaliptus), Ntra. Sra. De las Nieves (Cnia. Alsina), Santa Ursula (Cnia. Ituzaingó) y la parroquia Ntra. Sra. De los Dolores (Providencia) y su capilla San Miguel Arcángel (Soutomayor) 21/2/2009 - 18/2/2014: después de seis intensos años en la ciudad, mi nuevo destino pastoral me llevaba a hacer una experiencia de cura rural, descubriendo en las maravillas de la creación las huellas que Dios va dejando para seamos fieles a nuestra vocación. Llegué con el agua de la OBEDIENCIA ante la propuesta del cambio junto al agua de la OBSERVACIÓN que me permitiría descubrir por qué caminos llevar adelante la tarea pastoral.

Poco a poco el agua de la obediencia se fue transformando en el vino de HORIZONTES NUEVOS que, unidos al agua de la observación, que se fue transformando en el vino de la CONTEMPLACIÓN, me permitieron entender mejor las parábolas de la siembra con las cuales Jesús muchas veces enseñaba la fecundidad del evangelio a partir de la paciencia y el silencio con la cual una semilla va creciendo para dar el mejor fruto.

EL TRÉBOL, junto a sus capillas Ntra. Sra de Fátima, San Cayetano, San José obrero y San Miguel Arcángel (Los Cardos) 23/2/2014 - 25/11/2018: del extremo norte de la diócesis llegué al extremo sur para continuar mi ministerio sacerdotal en El Trébol, trayendo el agua de la CREATIVIDAD y la CONFIANZA para descubrir la novedad de este lugar.

Poco a poco el agua de la creatividad se fue transformando en el vino de CELEBRACIONES FESTIVAS, que me permitieron llegar a los niños y sus familias con un mensaje oportuno del evangelio, experimentando que solo en comunidad se plenifica el encuentro con Jesús. El agua de la confianza se fue transformando en el vino de la FIDELIDAD que Dios siempre regala a sus hijos, mostrándonos todo aquello que nos ayuda a llevar adelante nuestra vocación, en el día a día de las tareas.

SANTA FE – PQUIA. VIRGEN DE LOS POBRES, junto al complejo educativo Ceferino Namuncurá y las capillas San Vicente de Paul y San Jorge 30/11/2018 - 3/3/2022: vuelvo a Santa Fe y me toca llegar a una parroquia con mucha historia, que tiene uno de los colegios más grandes de la ciudad, en un barrio del noroeste con una gran identidad: Yapeyú.

Traje el agua de la POBREZA y la AUSTERIDAD, porque este lugar fue creciendo con estos valores que le diera desde sus comienzos el P. Antonio Rodriguez. Poco a poco el agua de la pobreza se fue transformando en el vino de la PROVIDENCIA, descubriendo cómo Dios va acompañando, con su mano providente, cada una de las actividades que emprendíamos, sin tener todo lo necesario, pero confiando en que, de algún lugar o de alguna manera llegaría lo necesario en el momento oportuno. El agua de la austeridad se fue transformando en el vino de las HUELLAS que fui encontrando de tantos sacerdotes que pasaron por acá, dejando cada uno un lindo recuerdo en el corazón de la gente, junto al trabajo que fue echando raíces para los que venimos y vendrán puedan cosechar frutos, sin dejar de sembrar las nuevas semillas en los nuevos terrenos que van apareciendo.

Gracias, queridos amigos, por enriquecer mi vida sacerdotal con el regalo de la amistad que me brindaron en estas distintas etapas y comunidades de mi vida sacerdotal. Guardo grandes recuerdos de lugares, personas, situaciones que me permitieron descubrir, desde la amistad, al gran amigo, Jesús, que siempre nos ofrece lo mejor.

Me encomiendo a sus oraciones para que, todo lo que aprendí junto a ustedes, lo pueda compartir con los seminaristas, confiando en el buen Dios que hará fecundar buenas semillas en las parroquias donde llegarán algún día como sacerdotes.

Que Jesús, el buen pastor y la Virgen María nos sigan protegiendo para poder dar lo mejor de nosotros.

Me encomiendo a sus oraciones… rezo por ustedes.

P. Marcelo.