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Compartimos una columna de opinión del destacado periodista esperancino Eduardo Marnicco, quien se refiere a la necesidad de respetar la palabra en cuanto a cuidar la limpieza de la ciudad en medio de la campaña política, pero apenas dio inicio la carrera electoral los mismos que se comprometieron a hacerlo, se encargaron de borrar con el codo lo que escribieron con la mano.
LA PALABRA DADA, Y SU FALTA
No es la primera vez. En vísperas de elecciones, partidos, frentes y espacios políticos activos en Esperanza reúnen a sus referentes, responsables de campaña o directamente a los candidatos para firmar un «compromiso» de mantener la ciudad libre de contaminación visual y sobre todo limpia.
Desde luego, el acuerdo se refiere a folletos, panfletos, escrituras en tapiales, pancartas y carteles de propaganda política donde «se muestran» los rostros y nombres de candidatos.
Este año hubo una vuelta de tuerca. Por iniciativa del bloque de concejales del justicialismo (oficialistas en Esperanza desde 2007 que ejerce el Gobierno de la ciudad en la persona de la intendenta Ana María Meiners) procuraron darle forma legal e institucional a ese acuerdo pasando por el recinto del Concejo Municipal.
Bastó que llegara el día de largada de la campaña para que las principales avenidas y calles de Esperanza amanecieran con carteles colgando de las luminarias públicas y las veredas se tapizaran de costosos folletines de propaganda con las caras de las y los candidatos a concejal impresos en papel satinado y a todo color.
Hoy por hoy existen eficaces medios de comunicación (obviamente también de la comunicación política) que transforman en una antigüedad el empleo de anacrónicos y onerosos métodos de propaganda: gacetillas, folletos, pancartas, banner, «cartas a los votantes» que «se tiran» frente a las puertas de los vecinos. Un dispendio de dinero que muchas veces es contraproducente: fastidia a los votantes y ni hablar a quienes tienen que barrer las veredas (que también votan, no se olviden candidatos)
Se podrá decir que dichas prácticas forman parte del folklore de las campañas electorales. Es cierto. Sin embargo es preciso progresar como sociedad en materia de preservación del medio ambiente, el uso racional de papel, polietilenos y otros materiales de muy lenta degradación que afectan el hábitat y el ambiente. Pero, fundamentalmente, es la racionalidad en el uso de los recursos para hacer conocer candidaturas y promesas políticas lo que debe prevalecer.
Redes sociales, medios tradicionales, radio, TV, diarios, semanarios, portales digitales son hoy las herramientas más adecuadas para una comunicación política a la altura del siglo XXI que transitamos.
Los políticos y quienes pretenden llegar a una representación de la comunidad, por ejemplo, en el Concejo Municipal, deben ser los primeros en dar el ejemplo. Mantener limpia y desprovista de contaminantes la ciudad por la que dicen que hacen política y buscan los votos.
Si se firma un acta compromiso hay que cumplir. La palabra dada debe respetarse para que la política vuelva a ser bien considerada por los ciudadanos. La falta a ese compromiso es la peor propaganda para los candidatos.
Eduardo Marnicco