El destacado periodista local aporta su mirada sobre la libertad de expresión y el rol de los medios dominantes. También hace foco en el rol de dos esperancinos en este tiempo donde se construye otro «relato».
El texto
Por su simbolismo, el caso de Víctor Hugo Morales, echado del canal C5N y antes de Radio Continental, aparece en los medios y en redes sociales donde cosecha solidaridades de público y colegas.
Sin embargo desde que asumió el gobierno de «Cambiemos» alrededor de tres mil quinientos trabajadores de prensa se quedaron sin empleo en nuestro país.
Los últimos despidos en la agencia DyN, propiedad del grupo Clarín, son representativos de la gravedad de la crisis que atraviesa el periodismo en la Argentina y se corresponde con un clima de confrontación (llamada por algunos «grieta») que quedó patente, con papelones y absurdos, en la ceremonia de entrega de los Martín Fierro a la radio cuando Leuco hijo reaccionó ante gritos que recibía su padre Alfredo de parte de un productor periodístico de C5N que también fue despedido.
Una breve reseña de lo ocurrido desde diciembre de 2015, cuando el empresario Mauricio Macri asume la presidencia, permite revelar los retrocesos que en materia de libertad de expresión padece nuestro país en detrimento del público receptor de noticias y opiniones que, cada vez más, encuentra «un relato» instalado en los medios grandes, de posición dominante, como una especie de «realidad virtual» que muchas veces esconde unas noticias para destacar otras según los intereses de la empresa periodística dueña del medio de comunicación que las transmite.
Hasta 2009 Argentina tuvo una norma legal de la dictadura para la regulación de la radiodifusión. Recién ese año pudo ver la luz una ley de medios producto de años de debate y aportes de universidades, entidades intermedias, actores sociales y políticos, gremios y especialistas en comunicación.
La «Ley de Medios», que tardó más de 25 años después de recuperada la institucionalidad democrática en la Argentina, abrió la posibilidad de democratizar la comunicación en nuestro país. La lucha del grupo Clarín y otros conglomerados de empresas periodísticas de posición dominante en la Justicia trabó por años la plena aplicación de los puntos nodales de la normativa legal que, entre otros aspectos, dividía en tercios la tenencia y explotación de licencias de radio y televisión.
Lo primero que hizo Macri, a pocos días de asumir, fue desguazar la Ley de Medios con un decreto de necesidad y urgencia. Se trató del primer favor que devolvió Macri a Héctor Magnetto y el Grupo Clarín, voceros de la campaña presidencial a favor del proyecto de poder de la derecha encarnado en Macri y su alianza Cambiemos.
Una esperancina, Ana Copes, circunstancial ocupante de una banca en la Cámara de Diputados de la Nación, completando el mandato de Pablo Javkin, votó a mano alzada aquel certificado de defunción de la Ley de Medios sancionada por el Congreso en septiembre de 2009.
Otro esperancino, José Zenclussen, forma parte de la pléyade de funcionarios nombrados a dedo por el gobierno nacional en la dirección de la Radio del Estado, LRA 14, con la misión de clausurar voces disonantes en la radio pública argentina.
Dos tristes aportes de coterráneos a debilitar la libertad de expresión en nuestro país en favor de los intereses de la empresas de medios que amplifican la información en la Argentina y hacen los negocios con el gobierno del que reciben millonarias pautas publicitarias para construir «el relato» de lo que hay que saber y lo que hay que ocultar en la Argentina de la «posverdad» según el manual del ecuatoriano Jaime Durán Barba.
Víctor Hugo Morales no es el único. Es de los más conocidos. Pero no olvidamos los 3.500 trabajadores de prensa que perdieron su empleo desde que los republicanos de la alianza Cambiemos llegaron al poder en la Argentina.