Compartimos una columna de opinión del destacado periodista esperancino Eduardo Marnicco, quien se refiere a los que con tal de perpetuarse en el poder son capaces de cualquier cosa, hasta de cambiar de partido «como si nada».
En este aspecto, el colega apunta a la conducta de Andrea Martínez, a quien define como «una recién llegada con ambiciones y sin convicciones… Andrea y Guillermo» empezaron la campaña empapelando veredas con folletos que los muestran jóvenes y sonrientes, bien estilo PRO. Hasta la sonrisa tiene cambiada la candidata».
El texto
El mediático pediatra Borocotó dio nombre a la práctica de cambiar de partido o espacio político como si fuera mudar de ropa interior. En el peor de los casos, el travestismo aparece en medio de las definiciones de candidaturas. Es, lamentablemente, usual que un político se presente bajo la etiqueta X y, una vez elegido, cambie por la etiqueta Y.
Este fenómeno es consustancial con la crisis de representación que atraviesan los partidos políticos cuya legitimidad en la sociedad está devaluada hasta el desprestigio. A ello se suma la prédica acerca del «fin de las ideologías» que, en realidad, esconde la pretensión del pragmatismo y el todo vale en el mundo de la política.
Entre las razones de ese estado de situación en los partidos, ahora mentados «espacios» políticos porque puede entrar cualquier cosa por la «ancha avenida del
medio», se advierte la tendencia de algunos a conservar cargos, bancas y beneficios de mucho «peso» a la hora de acomodarse según el cuadrante desde donde sopla el viento.
No muy lejos
Nuestra pequeña aldea, Esperanza, no es ajena a la costumbre de mudar de partido como de calzoncillos. El caso más reciente y ruidoso lo protagoniza la presidenta del Concejo Municipal, Andrea Martínez, que próximamente podría quedar en forma temporaria al frente del Ejecutivo local por uso de licencia de la intendenta municipal Ana Meiners.
La otrora concejal del radicalismo, desprendida del bloque del Frente Progresista Cívico y Social, aparece a la cabeza de una lista de Cambiemos que integran PRO, un sector de la UCR, Coalición Carrió y otros partidos menores, ejemplo, PDP.
La alianza Cambiemos gobierna el país y pretende hacer pie en la provincia de Santa Fe donde presenta candidaturas con el sello del gobierno de Macri. La práctica del borocotismo está aceptada y naturalizada entre los políticos. De otro modo no se entiende que Guillermo Bonvín, que siempre perteneció al PRO (fue su candidato a intendente en 2015) haya resignado el primer lugar de la lista de concejales de Cambiemos que le correspondía por su compromiso y militancia en el PRO a manos de una recién llegada con ambiciones y sin convicciones.
«Andrea y Guillermo» empezaron la campaña empapelando veredas con folletos que los muestran jóvenes y sonrientes, bien estilo PRO. Hasta la sonrisa tiene cambiada la candidata.
Su primera propuesta sobre seguridad es haber entregado a la ministra Patricia Bullrich un pedido para que vengan a Esperanza fuerzas federales: Policía, Gendarmería o Prefectura Naval. También hace campaña con recursos del Anses que tiene oficina en Esperanza a cargo de Mariano Puig.
Una contradicción: los mismos que quitan pensiones por discapacidad, a personas con Síndrome Down y reducen descuentos en medicamentos pretenden hacer creer que los créditos Argenta son lo mejor para los jubilados y pensionados. Flagrante contradicción.
Por eso, las campañas electorales son una oportunidad para el ciudadano (que tenga ganas de observar): dilucidar quién es quién entre los postulantes en las PASO del 13 de agosto y la elección general del 22 de octubre.
De lo contrario, podrán vendernos gato por liebre. Y si tenemos falta de interés o indiferencia cívica frente al acto de votar podemos correr riesgos que, en definitiva, perjudican a la ciudad. Porque votamos quiénes son los más aptos para representar a los vecinos en uno de los poderes que gobierna Esperanza: el Concejo Municipal.