Los dueños de la empresa Yeruvá, Roberto Gay y Juan Miguel Requena (esos son sus datos reales, aunque se hace llamar “Miguel, a secas”), bastante seguido aparecen en los medios de la región dando “clases magistrales” de cómo ser exitosos y en particular aparecen criticando al Estado, entre otras cosas por su falta de eficiencia y apoyo a los que “producen y arriesgan”.
Sin embargo ahora salió a la luz que estos empresarios no están tan “limpios”, todo lo contrario, parece que seguido echan mano a ciertas “trampitas”: la Justicia Federal acaba de condenar a Requena, en su calidad de presidente del directorio de Yeruvá Sociedad Anónima, por haber defraudado al fisco en los reintegros del IVA por exportación.
En un juicio abreviado Juan Miguel Requena, de 72 años, reconoció ser autor del delito de «obtención fraudulenta de beneficios fiscales»… O sea, no hay apelación ni nada parecido: luego de un largo pleito, al ver que las pruebas en su contra eran contundentes, aceptó su culpabilidad.
En los considerandos del fallo, el magistrado sostuvo que «se encuentra probado que la firma Yeruvá SA obtuvo fraudulentamente beneficios fiscales consistentes en reintegros de IVA por exportación en perjuicio del fisco nacional».
Según lo que certificó la Justicia Federal, la maniobra se concretó a través de la presentación de declaraciones juradas “engañosas en relación al impuesto al valor agregado (IVA), aumentando en forma maliciosa su crédito fiscal, valiéndose para ello de proveedores apócrifos”.
Puntualmente, se le reprochó a Requena, como director de la industria ubicada en el noreste de Esperanza, haber obtenido «de modo fraudulento, en 8 oportunidades reconocimientos y/o autorizaciones para gozar reintegros de IVA por exportación”.
Mas adelante el juez sostiene que aprovechó esa situación “ya sea cobrándolos de manera efectiva o utilizándolos para compensar diferentes deudas que mantenía con el organismo recaudador».
Condena ¿y más “mugre debajo de la alfombra”?
Hasta allí la fría letra que desnuda el accionar de Requena y la industria de su propiedad, pero la pena que consensuó este irresponsable empresario deja en evidencia que los ricos pocas veces tienen el castigo que merecen por sus “agachadas”.
De acuerdo a información en nuestro poder y que llamativamente ningún otro medio de la ciudad difundió, la condena impuesta es de un año de prisión en suspenso y el cumplimiento de reglas de conducta por el doble de tiempo.
Sería importante saber otras cuestiones: cuando en el fallo se habla de proveedores apócrifos, ¿puede ser habitual el manejo de facturas truchas por parte de Juan Miguel Requena y Roberto Gay para engrosar gastos y así pagar menos impuestos?
Esta trampa confirmada por la Justicia a la vez evidencia que “no todo lo que brilla es oro” en torno a esos dos sujetos, aunque ¿será la única, por qué no indagan un poco más?
Mañana en Esperancino, el perfil
Fuera de todo el material que compartimos hasta aquí, mañana en este portal líder en información y cantidad de visitantes encontrará más detalles de la condena a Juan Miguel Requena, con datos reveladores.
Como algunos siguen insistiendo para frenar el material -lo que ya lograron en varios espacios de la región-, les dejamos una conocida frase para que entiendan de una vez que no todos somos iguales: “No me mientas a no ser que estés completamente seguro de que nunca daré con la verdad”.