La policía de Las Colonias debe empezar a reconstruir su imagen

Aprietes, desaparición de expedientes, connivencia con ladrones, falsificación de documentos públicos y otras tantas irregularidades podrían formar parte del prontuario de cualquier delincuente, ante lo cual no llamarían tanto la atención de la comunidad.

El problema es que en este caso los mencionados ilícitos tienen como protagonistas a policías de la Unidad Regional XI, al menos es a lo que apuntan las fiscales que llevaron tras las rejas a cinco efectivos y les realizaron graves imputaciones a varios más que permanecen en libertad mientras avanza la causa en su contra.

¿Toda la policía de Las Colonias o específicamente la de Comisaría Primera es corrupta? Rotundamente, no. Existen muchos -la enorme mayoría de los integrantes de la fuerza- que lucen con orgullo el uniforme y sólo reciben a cambio -como debe ser- el salario que estipula el Estado.

Entonces, ¿cómo se supera la falta de confianza?, porque hoy la sociedad mira de reojo a todos los integrantes de la UR XI, mezclando a buenos y malos.

 

Desde cero

Lo primero que se requiere es que la responsable de la seguridad en Las Colonias, directora general Stella Maris Núñez, rompa el silencio impuesto por la Plana Mayor de la provincia y “sugerido” desde Fiscalía, para explicar que ella y el 95% de sus subordinados no sólo no tienen nada que ver con los actos de corrupción que investiga la Justicia, sino que están dispuestos a condenarlos de manera contundente, castigando a los débiles de conciencia.

La sociedad esperancina quiere y necesita escuchar las explicaciones de Núñez, quien llegó a Esperanza con antecedentes intachables y sabemos que “sintió el golpe” por lo sucedido, aunque tiene carácter y no le temblará el pulso para tomar las medidas que la realidad exija.

Ahora que las detenciones y operativos cesaron -al menos esa es la sensación-, transcurriendo todo en Tribunales, deben empezar a reconstruir la imagen policial. Urge que los buenos ocupen cargos de relevancia y que se diagrame un cambio en la estrategia: la policía debe volver a estar cerca del vecino, escucharlo y atender sus requisitorias, cuestiones que de alguna manera se fueron perdiendo porque el impacto también lo sintieron los policías honestos… Fueron los primeros en enojarse, porque llevan con orgullo el uviforme.

A raíz de todo esto muchos están “heridos”, bajoneados, de “manos caídas” y aguardan órdenes precisas y especialmente aliento, acompañamiento, motivación.

Aunque parezca un contrasentido después de todo lo sucedido en las últimas semanas, lo mejor que sigue teniendo la UR XI es su gente, los vigilantes que no dudan en dejar a su familia y arriesgar todo por la gente de la ciudad y alrededores.

Quizás muchos vecinos no logren entenderlo, pero cada jefe que pasa por Las Colonias destaca precisamente eso: la calidad del personal desde lo ético, la vocación de servicio y el sentido de pertenencia hacia la fuerza, cuestiones que en otras Regionales “no abundan”.

Sacando algunas manzanas podridas, replanteando determinadas cosas, la reconstrucción de la imagen no sólo que es absolutamente viable, sino que es necesaria para que Esperanza comience a recuperar algo de paz social después de decenas de robos de motos, arrebatos, asaltos, viviendas saqueadas y policías que querían convertirse en ladrones de guantes blancos y le terminaron causando un daño terrible a la institución.