Recientemente otorgaron un reconocimiento a Juan Manuel «Manucho» Venturini por su valioso aporte en la creación de la Plaza 25 de Mayo en barrio Norte, al mismo tiempo fue homenajeado al anunciar que los espacios llevarían formalmente el nombre de plaza «Manucho» en su honor.
El inicio de un sueño
Graciela Hartmann, en diálogo con FM Aarón Castellanos, hizo un poco de historia y dijo que en 1984 en ese lugar no había más que vegetación, se trataba de un espacio utilizado como paradero de caballos y otros animales.
Fue «Manucho» que por iniciativa propia solicitó permiso al municipio para dar forma con sus propias manos a un sitio de recreación para que los niños puedan compartir su alegría y momentos de sano esparcimiento, ante lo cual sonaba con una plaza pública.
«Él pidió permiso donde trabajaba para que le dejaran usar la máquina y así poder limpiar. Cortó los yuyos y quitó los árboles que estaban tumbados. Todo lo que estaba feo lo arregló, con ayuda de muchas personas del barrio por supuesto y la familia también.
Lo primero que hizo fue cambiar todos esos troncos por ladrillos y levantó el muro porque quería que flamearan las banderas de Argentina y Santa Fe, eso fue lo primero», narró.
Relató que iba de puerta en puerta solicitando colaboración en los negocios para poder crear los juegos, incluso aprendió a soldar para encargarse personalmente de la confección de los mismos.
Su intención estaba definida, quería un ambiente vibrante lleno de colorido y energía que sólo los pequeños pueden regalar. Y así poco a poco se dibujaba el paisaje con las pinceladas que cada tarde pintaban el corretear y la algarabía de decenas de niños y jóvenes.
Tardes de juegos y mateadas familiares dieron origen a ese espacio verde que nació del deseo de integración de un hombre que piensa que «la sonrisa de un niño es el sol de los mayores».
Cabe destacar que aparte del reciente reconocimiento de la Municipalidad fueron donados algunos accesorios recreativos, bancos y la recuperación de los juegos infantiles, además de las tareas de mantenimiento general, como la mejora en cuanto a accesibilidad y luminarias.
Anécdotas
Como toda historia esta se matiza con anécdotas que la hacen aún más valiosa, Graciela recordó que una mañana antes de irse a trabajar «Manucho» marcó con cal los lugares donde abriría los pozos para las luces, pero al volver se encontró con los pozo hechos», dijo que a esa tarea la concretó un colaborador anónimo.
Asimismo mencionó que una tarde cualquiera, rodeado de chicos, mientras fabricaba los juegos infantiles les pidió que les pregunten a sus padres si tenían pintura que les sobre, de cualquier tipo, los niños emocionados corrieron a sus casas en búsqueda de lo pedido. «Volvieron con montones de tarros, unos vacíos, otros secos, otros con mucha pintura, fue muy especial ese momento para él».
Esperancino.com.ar decidió contar esta historia porque Esperanza se forjó gracias a pequeños – grandes gestos como el de «Manucho», vaya también nuestro reconocimiento y el deseo que estas cosas no mueran más, que siempre aparezcan vecinos como él que en todo momento pensó en el conjunto del barrio y no en sus intereses particulares.