Carlos Roldán creció en un ambiente donde el trabajo era parte de la vida diaria. Desde chico estuvo en la panadería de la familia, aprendiendo el oficio de su padre y su abuelo.
Probó varios deportes: fútbol, boxeo, taekwondo. Su abuelo lo invitó a bailar tango, y ahí encontró una pasión que lo acompañó durante años, participando en distintos festivales.
Con el tiempo, empezó a buscar algo que le ayudara a encontrar un equilibrio. Probó con yoga, estudió reiki, pero lo que realmente lo atrapó fue el slackline (deporte de equilibrio que se practica sobre una cuerda tensa entre dos puntos). Y luego, la bicicleta llegó casi como una necesidad: para desconectarse, explorar y seguir buscando lo que lo mantiene en movimiento.
¿Qué fue lo que te motivó a dejar todo y lanzarte a esta aventura en bicicleta sin un destino ni tiempo fijo?
Siempre fui una persona aventurera, con una gran curiosidad por la naturaleza y sus paisajes. Adentrarme en ellos me despierta una adrenalina que recorre todo mi cuerpo, recorrer bosques, montañas, ríos, descubrir cosas nuevas para mis ojos. ¡Me llena de alegría!
Desde mi niñez mis padres me mostraron la vida al aire libre, me llevaban de pesca y campamento ¡varios días! Ellos despertaron en mí ese lado salvaje y aventurero, ¡además en su juventud ambos fueron ciclistas. De ahí nace mi pasión por la bicicleta. Con el paso de tiempo estás pasiones se fueron apagando y empecé a trabajar para obtener un progreso material. Siempre me costó acostumbrarme hacer todos los días lo mismo, pagar cuentas, vivir del sistema y rendirme a sus pies, eso no era lo mío. Todavía había una chispa en mi interior que decía que deje todo y salga a descubrir el mundo, algo que había dejado de lado hace tiempo.
Un día me levanté con el sueño de salir a recorrer el mundo en bicicleta y ahí fue cuando me volví a encender y empecé a poner todas mis energías en ello. Lo que más me costó fue dejar el trabajo, ya que después de tantos años había conseguido estar en un buen puesto, aumentando mi sueldo poco a poco con esfuerzo y dedicación. Yo sabía que algo lindo me esperaba, solo lo tenía que soltar y acá estoy en plena Patagonia con más de 2000 kilómetros pedaleados y seis provincias recorridas, explorando paisajes increíbles que nunca imaginé ver. Conocí personas únicas que me brindaron toda su magia, parece que los conociera desde hace años.
¿Cómo nació la idea de «Aventuras en bicicleta»?
Tuve varios nombres en este sueño de viajar en bici, empecé con «Charly en Cleta», luego se transformó a «Ser Mutando» y por último llegó Aventuras en Bicicleta(se puede buscar en Youtube), este nombre se me ocurrió por qué es lo que quiero mostrar en mis videos y mis viajes, una aventura, algo más que un viaje y un sueño u objetivo.
¿Hay algún lugar que te haya sorprendido especialmente?
Hasta ahora me quedé pensando mucho en Mendoza me encantaron sus paisajes, sus tierras y sus valles frescos, llenos de vida y caudalosos ríos. Con la cordillera de fondo, esa provincia esconde unos paisajes deslumbrantes.
¿Qué parte del recorrido te puso más a prueba?
La verdad que mi prueba más exigente comenzó en las primeras montañas, ya que vengo del litoral donde es todo llano, al llegar a Córdoba tuve que adaptarme a las subidas y a un terreno bastante bravo, ripio duro y arenoso con bastante serrucho. Ese recorrido comenzó en Cañada de Río Pinto, subiendo hasta Ongamira y bajando a Capilla Del Monte. El camino para llegar ahí como les comenté fue bastante duro y con muchas subidas, un terreno al cual no estaba acostumbrado. Pase la misma experiencia en Los Gigantes , donde sufrí una descompensación por la altura, pero gracias a Dios me recupere luego de descansar un día.
¿Cómo ha sido la conexión con la gente durante el viaje?
La conexión con las personas que encontré en el camino es muy especial, siempre aprendo cosas nuevas y me lleno de mucha luz. Numerosas personas me han ayudado, dándome agua y comida. Con las que más me conecto es con aquellas con las que comparto unos días y vivimos experiencias inolvidables. Parece increíble pero es gente que parece que la conociera desde siempre y al momento de despedirme me cuesta un montón dejarlos de ver. Igualmente luego mantenemos el contacto a través de WhatsApp y nos hablamos como si fuéramos hermanos de toda la vida. La verdad es algo único conectar con estas personas que nos presenta el camino.
¿Qué significa el slackline para vos y cómo lo integras en tu viaje?
El slackline cambio mi vida, lo conocí en un momento muy particular, estaba literalmente caminando una cuerda floja, llevaba una vida sedentaria, de adicciones y malos hábitos. Este deporte llegó y me cambio totalmente, me encendió cuerpo, mente y el espíritu, me enseñó a compartir y ser auténtico ante cualquier persona, la comunidad del slack es muy bonita, se comparte mucho y desde el corazón.
Desde que lo conocí no hubo un día que dejara de practicarlo, salvo por una lesión que me obligo a descansar un tiempo. Conocí personas que hoy en día son como hermanos para mí, me abrió muchas puertas, a tener más contacto con las personas, empecé a viajar y descubrir la vida de otra forma.
El slackline también me llevo a practicar yoga, empezar el gimnasio, a practicar reiki y conectar con mi lado espiritual o energético, me conectó con la bici y los viajes, ya que siempre que podía iba a un lugar con naturaleza en bici a entrenar.
¿Cómo te fue con la comunidad de slackline en el camino? ¿Conociste a otros que compartan esa pasión?
Son los seres más abiertos y amistosos que hay, ellos comparten todo y te enseñan desde lo más básico a lo más avanzado, lo principal es compartir, nadie se hace solo en el slack, siempre necesitamos del otro para aprender, para armar los equipos, para entrenar, es un deporte muy nuevo, no tiene más de 20 años, pero este último tiempo se expandió bastante, la comunidad en argentina es muy grande y hoy en día se formó la federación argentina de slackline, lo cual es un logro muy importante.
¿Cómo te ha transformado esta forma de vivir y qué has aprendido de vos mismo en el proceso?
La verdad que es una experiencia muy enriquecedora, es una forma de vivir única, en la cual disfrutas el momento al cien por ciento. Sin pensar en el mañana, dónde voy a dormir, dónde voy a llegar, qué voy a comer. Estas preguntas están presentes en mi cabeza, pero en el momento justo, sin dejarme atormentar por ellas. La idea del viaje es aprender lo que más pueda, me voy adaptando al camino, a lo que necesito y busco.
Todo el tiempo voy aprovechando las posibilidades que se me presentan. Hace unas semanas viajé de Neuquén a Buenos Aires, donde se iba a realizar un evento de slackline y ahí daban un certificado de instructor, otorgado por la ISA (INTERNATIONAL SLACKLINE ASSOSIACION). Así que ahora la idea es presentar proyectos de clases en los distintos lugares que voy visitando (clubes, polideportivos, gimnasios, etc). La semana siguiente volví y ya estoy con mi bici buscando una nueva aventura, un nuevo camino, para saber donde ir esta vez.
¿Cómo te arreglas con el descanso, la comida y los imprevistos?
La verdad que me gusta mucho improvisar y darle solución a los problemas, así que cuando se presentan, me los tomo como un acertijo a resolver. Por suerte siempre hay siempre tengo un lugar para descansar y comida nunca me falta, a veces es poco, pero siempre me puedo alimentar. Voy preparado para dormir y cocinar en cualquier lugar. También viajo con herramientas, inflador y muchos parches.
¿Qué le dirías a alguien que quiere lanzarse a una aventura como la tuya, pero tiene miedo?
A todas esas personas que buscan entrar en el mundo del biciviajero, les diría que se atrevan, que se animen, aunque sea un viaje cortito. El miedo va a existir siempre, pero lo vivido es inolvidable. Nunca se sabe cuando lo vas a poder repetir nuevamente, lo ideal es que nada se interponga ante tus sueños. Lo material se puede ir y venir fácilmente, pero las experiencias vividas que experimentamos en el viaje son únicas.
Hoy es el día de salir a buscar eso que tanto soñaste, si las cosas no salen como lo planeaste, intenta de nuevo. El nuevo intento debe ser con más ganas, con más motivos y más entusiasmo, el fracasar es parte del éxito.
Lo digo por experiencia propia, mi primera salida con la bici fue con la idea de recorrer el Río Paraná por Entre Ríos, Corrientes, Misiones y llegar a Brasil. Un día salí de Santa Fe con ese sueño, el cual también se lo había compartido a todos mis allegados.
Todo iba bien hasta llegar a Paraná, dónde practicando slackline tuve un accidente donde me lesione la rodilla. Por pensar que iba a frustrar a todos aquellos qué apoyaban mi viaje seguí el trayecto con la idea de llegar a Brasil. Así maltrecho, con la rodilla súper hinchada, cargue la bici en una camioneta y seguí viaje. Luego de estar un mes en la casa de la mamá de una amiga, se me deshincho la rodilla y seguí viaje hasta Corrientes. Parecía curado pero la rodilla se me volvió a inflamar y entonces tomé la decisión de volver para hacerme estudios. Los resultados dieron que lamentablemente ¡tenia cortado el ligamento cruzado anterior y ambos meniscos partidos!
Después de mucho sufrimiento, pude operarme, recuperarme y luego de un año de la operación decidí salir de viaje nuevamente, y aquí estoy con un hermoso recorrido ya transitado, paisajes increíbles y momentos que no olvidaré jamas… por eso les digo nunca hay que rendirse y bajar los brazos, siempre hay una nueva oportunidad.
Fuente: https://bicituristas.com/