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Desde la cárcel: habla la abuela condenada por el caso Baraldo y niega los abusos

Nidia Morandini realizó una entrevista con el Diario El Litoral de Santa Fe y como respuesta el joven que según la Justicia fue víctima de los abusos difundió una carta que fue publicada por Esperancino.com.ar, que no tiene compromisos con nadie y con ninguna de las partes de este juicio que ya concluyó.

Por eso ahora también compartimos la siguiente entrevista realizada a una de las tres personas condenadas en la causa:

Textual de Diario El Litoral

Nidia Noemí Morandini tiene un perfil bajo dentro de la cárcel de mujeres de la capital provincial. No suele estar en el patio con otras internas. Tampoco es de conversar demasiado con ellas. Se limita a charlar con muy pocas “amigas” que, dice, son contadas con los dedos de una mano pese a que lleva allí 7 años.

A Nidia se la puede encontrar en el lavadero, donde pasa todas las mañanas y algunas tardes, o en el taller de calzado. También realizando alguna tarea de limpieza de los espacios en común que comparte con otras internas. Y su actitud tiene una explicación: dice que la única manera de sobrellevar la vida en prisión es haciendo cosas para mantener la cabeza ocupada.

El caso Baraldo fue -y sigue siendo- de gran resonancia en Esperanza y toda la provincia. Se trata del matrimonio y un hijo que fueron denunciados en 2014 por su propia hija y hermana respectivamente de haber abusado sexualmente de su primogénito. Una foto almacenada en el teléfono celular del niño, en la que se podía ver los genitales de una persona mayor y muebles que permitieron identificar que se trataba de la casa de sus abuelos, fue el disparador de la denuncia.

Hoy Nidia Morandini atraviesa los días en prisión en carácter de condenada. La Justicia la encontró responsable de ser promotora de corrupción de menores agravado y partícipe de los abusos contra el menor -entre sus 5 y 9 años de edad- y por ello le dio 20 años.

Esta es la segunda vez desde que fue acusada por su hija que Nidia decide hablar con un medio de comunicación. Antes lo había hecho con el diario esperancino Edición Uno. Y si bien su intención primaria no era hablar de la causa por la que está en la cárcel, se fue soltando y habló con El Litoral por más de 20 minutos.

Nidia está todas las mañanas en el lavadero que funciona dentro penal. Allí lava, plancha y acondiciona prendas que llegan de afuera.

“Hace más de 3 años que trabajo en el lavadero. Hacemos lavado, planchado, desmanchado… Lavamos todo tipo de prenda. También acolchados y cubrecamas. El cupo laboral es para 4 mujeres”, dice mientras plancha una camisa a cuadros. Y agrega: “Ahora no estamos haciendo almidonado; y si lo hacemos es para clientes muy puntuales que lo piden. Reemplazamos esa técnica por el apresto”.

Ninguna de las 4 internas del lavadero tiene contacto con gente del exterior. A ellas, una persona del servicio penitenciario que se encuentra controlando les entrega boletas donde consta qué quiere el cliente que hagan con esa prenda. “Lavado y planchado, lavado con un poco de almidón… o lo que sea”, agrega Nidia mientras de fondo se escucha una música que viene del patio donde están las otras internas. Es Gilda, y el tema que se oye ”No me arrepiento de este amor”.

Nidia está en el lavadero de 7.30 a 14 de lunes a viernes, actividad que comparte junto con un taller de calzado donde aprende el oficio de zapatera. Al mediodía hace un corte para almorzar y a media mañana para tomar unos mates. Si queda trabajo, tiene la posibilidad de regresar para continuarlo. Pero el tope de horario es a las 18. A esa hora el lavadero cierra y ella se va a su pabellón, el Nº 1 y uno de los más numerosos.

Primer quiebre emocional
La charla va entrando a un lugar que no estaba previsto. Pero es ella misma quien decide abrir la puerta. “Y bueno lo que gano de acá, del lavadero, es para ayudar a la familia o para comprarme algo puntual para mí como unas masitas o elementos de higiene, aunque acá no nos hacen faltar nada”, afirma.

Al mencionar a su familia, Morandini da a entender que mantiene vínculos con ella. O mejor dicho con parte de ella ya que por la misma causa su esposo fue detenido y falleció en prisión y uno de sus hijos está en condición de condenado en la cárcel de Piñero.

Y lo que era una conjetura periodística fue confirmada por ella misma. Dijo que todos los domingos alguien la visita. Sino es su hermana y su cuñado, es su hija menor o su otro hijo o alguna amiga o amigo. Y ahí, al nombrarlos, su mirada se transforma. Sus ojos se transforman. Se ponen vidriosos y está a punto de llorar.

“Tengo 4 hijos y 4 nietos que amo profundamente. Solamente tengo vínculo con dos de ellos. A Juan Pablo, que está detenido en Piñero, lo veo cada seis meses en lo que se denominan visitas de acercamiento. Pero noticias de él me llegan por mi hermana. Se que está estudiando y trabajando en talleres para mantener su cabeza ocupada en algo, como hago yo”, dice.

Segundo quiebre emocional
Otra vez Nidia tiene la posibilidad de no responder si así lo desea. Pero no lo hace y elige contestar. En esta oportunidad la pregunta fue sobre su marido Víctor Hugo Baraldo, quien falleció el 21 de marzo de 2019 en la cárcel de Las Flores luego de una descompensación a la madrugada en la celda que compartía con otros tres presos. Cumplía una condena a 18 años de prisión por el abuso sexual contra su nieto menor de edad.

“Nosotros entramos, salimos… Volvimos a entrar. Así varias veces. La última vez fue el 7 de marzo de 2019. Y el 21 de ese mes fallece él. Fue duro porque uno siempre desea que la persona siga estando. Pero cuando me enteré de su muerte me sentí aliviada porque sabía que él no iba a volver a soportar todo ésto.

Él, tanto como yo y mi hijo, ya habíamos estado en prisión. Y regresar fue muy duro. Morir fue lo mejor que le pudo haber pasado. Puede sonar egoísta, duro, lo que digo… pero por su forma de ser y sabiendo cómo estaba padeciendo estar en prisión para mi fue un alivio porque era una gran preocupación”.

Consultada si hubiese deseado lo mismo, Nidia Morandini dijo ser muy creyente. En sus palabras: “Se que en algún momento se va a hacer justicia y todo va a salir a la luz. Yo quiero salir de acá. Tengo a mi familia que me espera”.
¿Te arrepentís de algo?, “vinculado al caso no me arrepiento de nada porque no ocurrió. Yo siempre voy a decir que somos inocentes. Yo y mi familia. Sí me arrepiento de no haberme dado cuenta de ciertas cosas. Cargo con el sentimiento de culpa de no haber sido una buena madre y no haber sabido poner límites. Capaz por eso sucedieron las cosas. Pero también aprendí que no hay un manual para ser madre. Uno hace lo mejor que puede para que ellos – los hijos- estén bien”.

¿Y sobre la Justicia qué opinión tenés? “La justicia me decepcionó. Yo siempre pensaba, cuando estaba del otro lado, que si alguno estaba preso era porque se lo merecía. Hasta que me tocó a mi y me di cuenta que estaba equivocada. La Justicia no funciona como tendría que funcionar. Me dieron 20 años. Nunca apelamos por una reducción de la condena, pero sí por nuestra inocencia. Y lo seguimos haciendo pero son trámites muy largos… Mientras tanto el tiempo va pasando y cuando se cumplan las tres cuartas partes de la condena empezaré a salir”.

¿Tenés ganas de decirle algo a tu hija? “Que la amo. A ella y a mi nieto, que fue el primero. También que tenga por seguro que sus padres y su hermano somos inocentes. Pero yo la he perdonado y rezo por ellos todas las noches”.
La camisa a cuadros que Nidia planchó durante la charla -la segunda por cierto- ya está lista. Quedó impecable, como para embolsar y vender en una tienda. Es hora de salir del lavadero. Nidia se despide agradeciendo la charla y va en busca de otra camisa de hombres para planchar.