A poco de cumplirse un año de la denuncia del aberrante hecho, la Justicia condenó a Leonardo Néstor Mars (foto) a ocho años y seis meses de prisión como autor del delito de abuso sexual con acceso carnal en perjuicio de una menor de edad en San Agustín.
Toda la oscura trama del caso fue sacada a la luz por Esperancino.com.ar.
Por revelar la denuncia de violación y dar a conocer la identidad del acusado soportamos presiones de distinta índole, entre ellas llamadas intimidatorias.
Lo mismo ocurrió cuando descubrimos el ardid armado por el bioquímico Oscar Noroña, que trabajaba para la policía en el ámbito de la Unidad Regional XI y dijimos que había violado la ética profesional para encubrir a Mars.
Después la Justicia nos dio la razón al condenarlo a 3 años de prisión en suspenso y una inhabilitación especial para ejercer cargos públicos y ahora se cierra el circulo con la sentencia al violador.
Incluso el mismo Noroña admitió el delito de encubrimiento y el Colegio de Bioquímicos de Santa Fe Primera Circunscripción lo inhabilitó por 5 años para que no pueda ejercer su profesión en el ámbito público ni el privado.
La violación
La fiscal María Celeste Minniti estuvo a cargo de la investigación contra Leonardo Mars y explicó que el hecho ocurrió el sábado 11 de enero de 2020 alrededor de las cuatro de la madrugada en un club de San Agustín”.
“En ese lugar se desarrollaba una fiesta a la que habían asistido el condenado y la víctima”, relató la funcionaria del MPA.
“Mars sorprendió a la menor de edad en el baño de mujeres y la llevó por la fuerza a un habitáculo para agredirla sexualmente”, agregó.
“Los padres de la menor advirtieron conductas extrañas en su hija cuando la fueron a buscar a las siete de la mañana a la fiesta”, explicó Minniti.
“Ese mismo día a la tarde, la adolescente pudo contar lo sucedido y se radicó la denuncia que dio origen a la investigación”, añadió.
Acerca de la condena a ocho años y seis meses para Mars, la funcionaria del MPA señaló que “contempla el daño ocasionado a la menor de edad”. Y concluyó que “el condenado desplegó un acto de violencia como forma de apropiación del cuerpo femenino, conducta que carece de toda explicación lógica y que fue una demostración de su poderío sobre la víctima”.