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Conocido abogado denuncia que Esperanza tendrá “un caótico enjambre de aeronaves” 

Compartimos una solicitada que firma el conocido abogado local Héctor Gonem, quien denuncia inacción política de los concejales y el Ejecutivo para legislar y controlar lo relacionado a distintas aeronaves volando en zona urbana.

Textual 

Dice la historia que un noble llamado Marco Ulpiano caminaba por la antigua Roma acompañado de tres de sus esclavos abofeteando a los plebeyos. Como la ley de las doce tablas sancionaba tal ofensa con una multa de una moneda de plata, luego de la agresión uno de los esclavos arrojaba una moneda a los pies de plebeyo agredido y así quedaba saldada la ofensa.

El art. 39 inc. 38 de la Ley Orgánica de Municipalidades y Comunas (Ley 2576) establece dentro de las facultades del Concejo “reglamentar el vuelo mecánico”, pero los ediles le vienen esquivando al bulto entre notas, minutas y declaraciones.

Peor es el papel del Ejecutivo Municipal que no sólo permite algunos emprendimientos ilegales, sino que los fomenta patrocinando asociaciones que operan al margen de las normas de la ANAC.

La modernidad interpela al poder político que -por acción u omisión- no está a la altura de las circunstancias.

Mientras tanto, en los próximos años, un nuevo pasivo ecológico se sumará al gravemente deficitario balance medio ambiental de nuestro pueblo, que paradójicamente se llama Esperanza.

¿Es justo que los esperancinos nos tengamos que acostumbrar a vivir bajo un caótico enjambre de ruidosas aeronaves? A corto plazo seremos el aeródromo más grande de la provincia.

Al otrora respetado aeródromo esperancino, conocido por todos como el “Club de Planeadores”, razonablemente alejado de la planta urbana, donde conviven ultralivianos, aeromodelistas, planeadores, pilotos civiles, paracaidistas y otros amantes del deporte aéreo, se le suman dos nuevos emprendimientos comerciales de dudosa legalidad para agregar más aeronaves y pilotos de todos los alrededores, atraídos por la ausencia de regulación.

Sobre calle Rio Negro, pegado al barrio Solares del Labriego, se emplaza el “campo de vuelo” cuyo mecenazgo comparten el jefe del aeródromo local Ursella (un equilibrista entre su rol de funcionario público “ad honorem” o como jefe del aeródromo local y sus negocios aeronáuticos) y el Sr. Julián Gauchat, que más allá de las prohibiciones legales se dio el gusto de tener el aeródromo en el patio de su ostentosa casa, bajo el velo de la Asociación Paramotores Esperanza.

Un dato no menor es que dicha Asociación fue patrocinada legalmente por el Director de Administración General del Municipio. Paramotores, paratrikes y ahora helicópteros se erigen en el cielo del barrio residencial paisajístico a la sombra de las normas de la ANAC y de la Ley Provincial 11.717, sin habilitación de ningún tipo, ni estudio de impacto ambiental alguno, bajo la mirada complaciente del municipio.

Por último por ruta N° 6 al norte de la ciudad, en un antiguo lugar apto declarado ante la autoridad aeronáutica, por el anterior dueño del predio que tenía un avión fumigador, se emplaza el “aero country” El Pirincho, con la finalidad de que otros nuevos nobles parcelarios traigan sus aeronaves al generoso cielo esperancino.

Pronto reemplazaremos los pájaros del ilustre Dr. Martín de la Peña por pájaros mecánicos sobrevolando masivamente nuestro cielo.

Los nuevos nobles -igual que en la antigua Roma- abofetean la tranquilidad, la intimidad, la seguridad y la biodiversidad de los plebeyos esperancinos, aunque ahora no sepamos donde cae la moneda.

Doctor Héctor Gonem.