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Hace 110 años asesinaron en Esperanza al director de un diario: la historia del crimen

El 21 de abril de 1912 el periodista y director del diario esperancino “La Unión”, Pedro Stein, fue asesinado en la esquina de las actuales calles Castelli y San Martín. Un hombre a caballo le disparó por la espalda y huyó.

Quién era Pedro Stein

Periodista y director del diario esperancino “La Unión”, Pedro Stein había nacido en Hannover, Alemania, el 16 de diciembre de 1862.

Se radicó en el país en medio de la ola de inmigrantes que llegaba a poblar la pampa, en 1883, y luego de varias empresas, a partir de 1891, se dedica a la compra-venta de cereales.

En ese año, en el mes de noviembre, aparece el primer ejemplar del Diario que funda con el nombre de La Unión.

Discutía desde el periódico los asuntos provinciales y nacionales. Comenzó con una toma de partido por los radicales, luego se abrió de ellos durante los años 1890.

Se afirmó frente a la política primero de los candidatos autonomistas y católicos y luego de Rodolfo Lehmann. Fue elegido Presidente del Concejo Deliberante de Esperanza en 1895 y tuvo decisiva actuación en la creación del Colegio Normal en 1896.

El crimen y sus autores

(Extracto escrito por Rául Cueva).

Un resumen de los hechos basándonos en las testimoniales del proceso al que se da curso para investigar el homicidio, explicaría que, más allá de la absolución que diera la justicia por entender que no había pruebas suficientes, los hermanos Juan y Benito Reina, habrían planificado con la ayuda de otros cómplices, el asesinato de Stein, estudiando sus movimientos.

Estrecharon el cerco vigilante en los últimos días, previos al atentado, y consumaron el mismo el domingo 21 de abril de 1912.

Según la misma fuente y la documentación compilada en el libro que reproduce las actuaciones del juicio y testimonios de la época, Juan Reina era según lo calificado por el defensor de los acusados y de Rodolfo Sommer; un agente político, lo que llamaríamos hoy, un puntero que junta votos en un distrito. El secuestro del arma en la casa de Reina por un allanamiento de la Justicia y la verificación que el mismo, un revólver Smith&Wesson calibre 38, era de propiedad del propio Sommer, termina por involucrar a éste en el crimen y salpicar a Rodolfo Lehmann, notorio dirigente radical de aquellos años, para quien Sommer se desempeñaba como administrador, “empleado del escritorio” como se decía entonces.

Un administrador de plena confianza, que además manejaba dinero de la caja de caudales de Lehmann, y aquí surgen las graves presunciones que de esto deviene; cuando queda comprobado en el juicio seguido a los acusados y a Sommer, que los hermanos Reina habían recibido el arma y cuantiosas sumas de dinero en los días previos al atentado. Cuestión que incluso no fue negada por los procesados, según consta en autos.

Según el informe del Dr. Ricardo Paz, corroborado por varios declarantes en el proceso para la investigación de su asesinato, “Stein vivía acosado por sujetos que espiaban sus costumbre y seguían sus pasos”…. ”Este antecedente es de un valor inapreciable y se relaciona visiblemente, por decirlo así, con una espontaneidad hasta cierto punto probatoria, con la búsqueda insistente de un asesino por parte de Reina. Esta presunción es gravísima e irrefutable. Reina si no lo mueve ningún interés personal, busca por cuenta ajena un brazo capaz de eliminar al periodista Pedro Stein.

De sus propias manifestaciones y de las deliberaciones de testigos que las corroboran, Reina aunque conocía a Stein no estaba enemistado con él; no tiene recursos conocidos de vida; no se le conoce trabajo y él mismo declara que las sumas de dinero de que dispone, las recibía a cambio de servicios políticos o por intermedio de Rodolfo Sommer, quien en otras oportunidades le ha facilitado su firma para retirar dinero del Banco. Si Reina no dispone de sumas de dinero, cómo ofrece importantes retribuciones a los ejecutores que solicita para su empresa? A Cuello le dio $ 50 a cuenta de mayor cantidad; a otros como Escudero, Salina, Payero, Moya, Farías, les ofrece sumas que varían entre $ 300 y $ 1.000. ¿De quien pensaba Reina obtener esos recursos? Solo manifiesta en sus declaraciones que recibía dinero de Rodolfo Sommer, empleado del escritorio de Rodolfo Lehmann”.

Ricardo Paz era un abogado, aparentemente de importante prestigio, que residía en Buenos Aires y a quien se le solicitó un dictamen que opinara sobre el proceso que pese a haber detenido a los principales sospechosos culmina con la absolución de los acusados.

En la parte final este profesional hace una descripción y crítica luego de estudiar los autos del proceso y cuya reproducción es el más claro resumen que podemos encontrar de los hechos previos a la emboscada y del día «D» del asesinato.
”De las constancias a que me he referido y de las declaraciones concordantes existentes en el proceso, puede fácilmente inducirse la forma en que se realizó el crimen.

La vida Stein se encuentra sentenciada de muerte desde tiempo atrás. Juan Reina, agota sus esfuerzos en busca de un asesino que se anime a “matar o aporrear a un vecino de Esperanza”, que por declaraciones de Payero y Escudero se ha establecido que era un ”periodista gringo que antes era radical y ahora coalicionista”.

Reina no encuentra entre todos los delincuentes a que se dirige, uno de bastantes entrañas como para asesinar por precio. Todos los sujetos solicitados le fallan a último momento y no tiene más remedio que recurrir a un individuo de su propia familia.

Preparado el crimen y resuelto Benito Reina a realizarlo por instigaciones del hermano, se espera tan solo la ocasión favorable que lo permita. A ello obedece la presencia de Reina en los alrededores de la casa de Stein, demostrada en autos. Conocidas sus costumbres, advierten que la mejor hora para perpetrarlo impunemente es de 6 a 6,30 p.m., a la cual Stein acostumbra a retirarse de la pensión de Altvater, para ir a cenar a su casa, distante dos cuadras de la misma.
Mediaba una circunstancia que los favorecía. El foco de luz eléctrica de la esquina de las calles Castelli y San Martín no funcionaba con regularidad y se prendía por lo general de 6,30 a 7 p.m. Resuelven realizarlo a esa hora, pero como un hombre a pie puede ser alcanzado fácilmente, determinan conseguir entre sus amistades por un buen precio, un caballo para facilitar la fuga del asesino. Amancio Cejas había sido visto anteriormente por Reina quien le había propuesto la realización del crimen. Ceja, había rehusado, pero podía suponerse con fundamento que si no se animaba a ser el ejecutor, podría decidirse a colaborar en el mismo de un modo indirecto. Los hermanos Reina convienen con él el préstamo del caballo, y resuelto este punto, dan cita a Cejas para que se encuentre con Reina en la calle cortada que queda al sudeste, el día 21 de abril al anochecer.

Ese día, de 8 a 9 a.m., Reina va hasta la calle Castelli con el fin de asegurarse de que el que iba a ser su víctima estaba en Esperanza. Regresa a la casa de su hermano Juan y durante toda la tarde permanece en la misma esperando la hora propicia. De 5 a 5.30 aproximadamente salen los hermanos Reina de su casa y mientras Juan Reina prepara su coartada yendo a casa de los Gabriel, Benito Reina se dirige al lugar donde le diera cita a Cejas. En la calle cortada éste hace entrega del caballo y Benito Reina se dirige montado en él hacia la pensión de Altvater.

De alguna esquina próxima a ésta, aguarda la salida de Stein y en cuanto ve que éste se retira, lo sigue hasta llegar a la esquina de Castelli y San Martín, donde le hace un certero disparo con un revolver calibre 38 facilitado por su hermano Juan y huye velozmente tomando por la calle San Martín al norte, dobla en la de Buenos Aires (hoy Lehmann) y en la intersección de ésta con la calle Rivadavia, pierde el rebenque. En su apresuramiento, no toma la precaución de recogerlo y sigue por la calle Gobernador Crespo en una huída fantástica, cruzando toda la parte baldía del norte de la ciudad hasta llegar a la casa de Cejas donde deja la cabalgadura.

Inmediatamente regresa a pie y va al hotel Ronchetti, punto convenido con su hermano Juan para encontrarse después de perpetrado el asesinato y a donde llega a las 8 p. m. Se sienta a comer con su hermano y otras dos personas más; como se hablara del crimen temiendo que su estado de ánimo lo denuncie, apenas prueba la comida y se retira de inmediato a su casa.

Esta es la reconstrucción posible, que surge de los elementos del proceso. Cabe preguntas: ¿cuál es el móvil? No puede ser otro que el precio. Esta presunción está evidenciada por múltiples declaraciones; por el género de vida de los delincuentes; por su pobreza de solemnidad y por los gastos que realizan con posterioridad al crimen.

Si Juan Reina es el instigador ostensible y manifiesto; Benito Reina el presunto asesino y Amancio Cejas el cómplice que colaboró en el mismo, prestando el caballo, ha quedado en el misterio el verdadero ordenador del asesinato de Stein que debe haber sido alguien profundamente interesado en su desaparición.

La reproducción de los autos del proceso, y el informe de Paz, son los elementos documentales sobre los que se basa el libro que en su oportunidad editaron algunos amigos de Stein, a su memoria, y como protesta por la impunidad de los autores del crimen.

Por: Raúl J. Cueva