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Asentamiento oeste, custodia policial y “en alerta” por amenazas de venganza 

Después de todo lo sucedido en el asentamiento ubicado en el sector oeste de nuestra ciudad, con varias casas quemadas, disparos de armas de fuego y amenazas cruzadas en las que los protagonistas juran venganza, por estos días se vive una “tensa calma”, con fuerte presencia policial en el ingreso al sector.

Esperancino.com.ar fue el único medio que informó desde el primer momento, con cronistas en el lugar, describiendo el complejo panorama que atraviesan los habitantes de ese sector humilde en el que convive gente de trabajo -la mayoría- con delincuentes “pesados” apegados a las drogas y el delito, a quienes poco les importa la vida ajena.

Haber estado en el momento de los diferentes incidentes y conversar con los vecinos nos permite afirmar que la policía reaccionó muy tarde. Demasiado. ¿Cómo puede ser que este portal conozca los nombres de quienes perturban la paz social del asentamiento, sepa que algunos hasta poseen pedido de captura y que a pesar de estas irregularidades estos sujetos puedan ir y venir a Santa Fe como si nada? ¿Por qué nadie los detiene? ¿A qué se debe que siendo vox pópuli las identidades de quienes asaltaron a una pareja de la zona y luego incendiaron viviendas puedan estar libres?

Vale la aclaración que nada tienen que ver los uniformados a los cuales mandan “a apagar el incendio” después de una balacera, la cuestión es más profunda: hay que indagar por qué motivo la cúpula de la Unidad Regional XI, toficiales de alto rango que viven encerrados en sus oficinas y como son de otras ciudades desconocen gran parte de lo que sucede en la periferia, no movió un dedo para frenar a tiempo la barbarie de las últimas dos semanas.

Si hubiesen conocido la realidad y tendrían real vocación de servicio, deberían haber ordenado a tiempo una tarea de prevención en la zona con lo cual un minúsculo grupo de sujetos con antecedentes penales que van y vienen de la capital provincial -cometen un hecho allá y se esconden acá; hacen lo propio en Esperanza y huyen a Santa Fe- hubiesen caído de inmediato.

Si la orden no viene de arriba es difícil que un simple agente de calle se involucre en semejante problema social que se vive a diario en el asentamiento oeste.

Hoy el lugar está lleno de policías y no surgieron hechos que lamentar, pero ¿cuánto tiempo más seguirá la policía las 24 horas allí? ¿Cuánto pasará para que la barbarie vuelva a dominar la escena, en medio de acusaciones de venganza de un lado y otro?

¿Cómo se supera este tema, teniendo en cuenta la cantidad de menores de edad que residen el asentamiento junto a sus padres? ¿Qué juez o fiscal firmará un desalojo masivo? Ninguno, por eso al menos se necesita una policía eficiente que pueda ir contra los que esconden armas y en especial a buscar a los tiratiros y a los que poseen pedido de captura… ¿Es mucho pedir? No, pero dentro de un contexto de una conducción de la Jefatura Regional ausente o al menos incapaz, esto suena a una utopía.

Así como fuimos los primeros en informar cada detalle de estos problemas, ojalá no tengamos que hablar de cosas peores, incluso de muertos, porque las amenazas van en ese sentido.