Conmovedor: un niño santafesino donó medula ósea para salvar a su papá

Alejo tiene 8 años y "le devolvió la vida" a Rodolfo Ferrero, su papá de 27. Es de Puerto General San Martín, Santa Fe, y le donó médula ósea para el tratamiento de su leucemia.

Fue en enero de 2015 cuando le diagnosticaron esa enfermedad a Rodolfo. Alejo tenía 6 años y su hermano menor, Nahuel, no llegaba a 2. En enero de este año el papá tuvo una recaída. En febrero comenzó quimioterapia en Buenos Aires, donde estuvo un mes y medio internado y tras una extensa búsqueda por compatibilidad decidieron que Alejo sería su donante.

"No vino al mundo a salvarme, pero es lo que nos toca vivir", dice el hombre que ahora está bien de salud y sigue internado tras recibir el primer trasplante de la médula ósea de Alejo.

"Alejo es un ángel -sigue-, es inexplicable la sensación". Si bien donar médula es muy sencillo -es una extracción de sangre del paciente sano para que regenere la médula del paciente enfermo- y casi todos podemos ser donantes, su hijo, a los 8 años, tuvo que internarse y recibir los pinchazos de dos vacunas diarias.

Su hijo dice que con este trasplante su padre podría perdonarle "algunas macanas", pero es Rodolfo quien le pide perdón a Alejo "por no haber cumplido las expectativas como padre (...) pero voy a seguir peleando".

"Siempre dijo que era fuerte y que su sangre era sanita y que él iba a darle a su papá para que se salvara, nunca tuvo miedo", relató Graciela, la abuela de Alejo.

Rodolfo ahora está con un cuadro de neutropenia: con las defensas muy bajas, lo que lo hace más vulnerable a las infecciones, pero es para que su cuerpo no rechace la médula de su hijo.

Aún resta una segunda extracción desde la médula ósea de Alejo. Será en 10 días. "Ahí me van a hacer el segundo trasplante. Espero que esté todo bien para darle un abrazo fuerte", cierra Rodolfo.

Según datos de marzo, el registro nacional cuenta con 193.449 donantes de células progenitoras hematopoyéticas (CPH), que se extraen de la médula ósea. Los requisitos para integrarlo son tener entre 18 y 55 años, un peso mínimo de 50 kilos y no poseer antecedentes de enfermedades cardíacas, hepáticas o infectocontagiosas.

Sólo hay que acercarse a un centro de donantes (funcionan en los servicios de hemoterapia de diversos hospitales del país) y donar una unidad de sangre de la que se extrae una muestra para realizar el análisis del código genético en Estados Unidos. Esa información va a la base del registro nacional, que a su vez integra una red mundial con casi 29 millones de donantes.

El voluntario sólo es convocado a donar si alguien compatible con él lo necesita. Había aparecido un donante para Rodolfo en Alemania, pero la logística para acceder a la sangre y la no seguridad de una compatibilidad del 100% guiaron el camino hacia su hijo Alejo.